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Saved March 11, 2018
Había un caballero llamado Ivan. Vivía en un castillo. Estaba muy solo, pero un día aparecieron enfrente del castillo hermosos flamencos rosa. Ivan se acercó a los flamencos y de repente uno de ellos se convirtió en una guapísima princesa. Ella le dijo:
- Hola, soy Teodora. Estuve hechizada un año por culpa de una bruja.
Luego Ivan invitó a la princesa al castillo y le dijo:
Eres muy bella, te propongo matrimonio, quiero casarme contigo.
La princesa Teodora se acercó a la ventana y mirando la nieve en el exterior tuvo muchas dudas para responder, pero al final le dijo:
Si, Ivan, acepto casarme contigo, pero hay un gran problema.
Cual? Le pregunto Ivan.
Teodora le contó que muy lejos de aquel lugar tenia un complejo deportivo en la ciudad de Wrocław en Polonia que el arquitecto  Max Berga habia construido entre 1911 y 1913 y tenia que pagarle el resto del dinero.. 
Ivan le dijo, no te preocupes Teodora, vendemos mi castillo y nos vamos a vivir a Polonia.
Teodora le respondió que no era buena idea, ella preferia vivir en el castillo de Ivan por su importancia histórica y en Wrocław hacer un lugar recreativo para todo el mundo.
Muy bien, dijo Ivan. 
Entonces acordaron casarse en cuanto llegara la primavera.
Pasó el tiempo y llegó la primavera. Mandaron invitaciones a todos sus amigos y acordaron que la boda seria el ultimo dia de primavera.
Entonces continuaron los preparativos y de repente apareció en el castillo un caballero que decía era el Caballero de Madara. Había pasado siglos cerrado en la roca, desde la época del primer estado búlgaro. Todos se rieron, pero el caballero les mostró una piedra que era parte de su cuerpo. Teodora invitó al caballero a la boda y él prometió regalarle la piedra y traer para adornar el castillo una antigua columna romana de Reggio Calabria.
Así Teodora e Iván se casaron y fueron muy felices en su castillo en Bulgaria y construyeron muchos lugares recreativos en Polonia.